Manejar las emociones para lograr cambiar la Educación

Mucho se habla del tema de la educación, de la inteligencia y del desempeño académico, como si estos tres factores realmente condicionaran el éxito o fracaso estudiantil. Es muy común escuchar frases como “ este niño no entiende nada”; “ es que no presta atención” y así infinidades de frases que solemos escuchar de los padres a las hora de calificar el desempeño escolar de sus hijos, no obstante es importante saber diferenciar lo que es un comportamiento, una emoción y una actitud.

Desde tiempos remotos, Platón decía “ La disposición emocional del alumno determina su capacidad para aprender” y de igual manera Aristóteles indicaba “ Educar la mente, sin educar el corazón no es educar”

Esto nos indica, que efectivamente las emociones vienen a condicionar el interés de los alumnos por los estudios, y estas deben ser tomadas en cuenta para el correcto desempeño estudiantil, es decir deben ir de la mano con las estrategias de enseñanza, pues de ellos depende los resultados a obtener.

En la educación, las emociones juegan un papel principal, lo que conlleva que sea un tema amplio y complejo “Biológicamente hablando, las emociones constituyen el fundamento de todo lo que hacemos e incluso de todo lo que razonamos (Maturana, 1996, pág..91) Analizando este concepto, se puede deducir que abarca todas las reacciones que pudiera tener un individuo en el desarrollo de su vida, incluyendo las relaciones personales, es así como este concepto es generador y vital, mas aún si lo enfocamos en el campo educativo, pues nos afianza aún mas a la teoría de este autor chileno, egresado de Harvard (EEUU) especializado en estudios biológicos y emociones humanas.

Es por ello, que como se decía al principio de este articulo, muchas veces los padres y maestros  predisponen las calificaciones de sus hijos y alumnos a una “conducta”, como si esta no viniese atada a una emoción, es decir se desliga esta unión y se olvida que la conducta es consecuencia de una determinada situación emocional, es así, que si se ataca solo la conducta ni los padres ni los maestros lograran un buen resultado a la hora de educar. Para que sea exitosa una intervención en este plano educativo, es importante ubicar la causa—emoción que la genera la conducta y de allí en adelante influir en esta.

Es importante tener en cuenta que las emociones de los niños y adolescentes suelen ser complejas, pues el niño probablemente no tiene conciencia de sus emocionalidad, es decir no sabe como manejarla, por ello es importante a hora de obtener una respuesta a lo que le causa falta de concentración a un niño, suele ser difícil si no se tienen las herramientas necesarias,  de lo contrario solo desencadenaría mayor frustración tanto para el niño como para el adulto, que intenta una respuesta acorde o razonablemente lógica, pues el niño(a) no puede darla, porque no sabe como hacerlo.

En el caso de los adolescentes, nos encontramos con un fenómeno de mezcla de emociones, aunque a este nivel un individuo esta en la capacidad de dar una respuesta coherente, sobre lo que le cause apatía o desgano, esto tal vez no sea fácilmente comprensible para un adulto, o tal vez, esa emoción que el esta sintiendo no sea importante para los padres o maestros, pero para el adolescente si, y es allí donde debemos comenzar gestionar estrategias de manejo de emociones, para que este adolescente se sienta comprendido,  y tenga la disposición de escuchar sugerencias y gestionar sus emociones de manera eficiente para obtener mayores resultados en el plano educativo, el cual se refleja en el rendimiento académico.